CULTURA DANCE
La música dance nace gracias a la evolución del
sonido negro americano el Rhythm & Blues y el Soul. Uno de los artistas que
contribuyó al desarrollo del "dance" fue sin duda James
Brown. Películas como "Fiebre del Sábado noche" nos mostraron por
primera vez una discoteca o una cabina de disc-jockey. A finales de los años 70 la
Psicodelia y el Funky se adueñaron de las pistas de baile. Artistas como Earth, Wind
& Fire; The Jacksons; Donna Summer y the Chic muchos otros llenaban las discotecas de
todo el mundo con su música. Por otra parte, desde Alemania, cuatro universitarios
llamados Kraftwerk creaban las bases de lo que sería el sonido Techno, llegando incluso a
fabricarse sus propios instrumentos. A principios de los 80, gracias a la labor de gente
como Sugarhill Gang y Afrika Bambaataa, el Rap se convirtió en
estandarte de la juventud. El fenómeno del Breakdance fue sin duda lo que propició la
fusión entre el Rap y los sintetizadores, creando así un sonido más
comercial que se podía "pinchar" en cualquier sesión. Paralelamente a este
hecho, productores como Bobby O' y Patrick Cowley transformaron el sonido Disco en
High Energy, acelerando así el ritmo de la música de baile. Por su parte, los músicos
que tomaron el camino de Kraftwerk crearon un sonido llamado Techno Pop. Este nuevo estilo
combinaba las letras románticas con el sintetizador y el resultado fue muy positivo.
Formaciones como Yazzo o Depeche Mode se convirtieron en
ídolos para la juventud, gracias al buen hacer de uno de los mejores músicos de los 80,
Vince Clarke.
Por lo que respecta al Reino Unido las producciones Techno Pop de Erasure, Depeche Mode o Eurythmics, alcanzaron las cotas más altas en las listas de éxitos, y lógicamente el resto del planeta también bailó sus discos.
A nivel comercial hay que destacar la labor de los británicos Stock, Aitken & Waterman, sus producciones para Rick Astley; Kylie Minogue y otros artistas, fueron número uno en medio mundo y marcaron la pauta de la música comercial.
La música borra
fronteras
Entre 1975 y 1985, las fronteras entre productores, ingenieros
de sonido, compositores y disc-jockeys fueron difuminándose. Lejos de limitarse a poner
música en las discotecas, los disc-jockeys comenzaron a aventurarse en los estudios de
grabación, llevando consigo los conceptos y técnicas para mezclar música, crear sonidos
y versiones nuevas de temas antiguos que utilizaban en sus lugares tradicionales de
trabajo. Las primeras mesclas dieron a
ciertas herramientas tecnológicas un uso que sus creadores nunca habrían imaginado. Por
ejemplo, un sintetizador/secuenciador sencillo, el Roland
tb-303, creado en 1983 para que los músicos de rock pudieran imitar el sonido de un
bajo, se convirtió en la materia prima del acid house. Además, los disc-jockeys no se
limitaron a utilizar este instrumento de manera ortodoxa, sino que experimentaron con él
igual que con los discos. Uniendo a los secuenciadores las cajas de ritmos, no sólo
lograron aumentar y diversificar sus repertorios, sino que produjeron nuevas versiones que
pusieron a la venta. Así fue como la música disco se
convirtió en música house.
Los beneficios económicos de la música dance crecieron paralelamente a este intercambio
estético y tecnológico entre disc-jockeys y estudios de grabación. Por otra parte, los
disc-jockeys han sido los paladines de la lucha contra la muerte del vinilo. Y las
principales instituciones de la industria de la música dance sellos independientes,
compañías que distribuyen discos promocionales a los disc-jockeys que se comprometen a
difundirlos, clubes underground y tiendas especializadas suelen contar entre su
personal con disc-jockeys que basan su actividad en el creciente reconocimiento de su arte
y pericia como músicos e intérpretes. Ello transformó a los disc-jockeys de
pinchadiscos a mezcladores y productores. La música dance es hoy un fenómeno planetario
que viaja de la mano de un grupo de disc-jockeys que tejen su propia versión personal de
la Red: la autopista de la música dance está hecha de caminos que comunican
entre sí las diferentes culturas locales.
Para los disc-jockeys neoyorquinos, los primeros caminos pasan por otras ciudades
estadounidenses con culturas dance locales establecidas o incipientes. Desde Nueva York,
Danny Tenaglia se trasladó a Miami. Allí se formó como DJ antes de regresar a Manhattan, donde es hoy uno de los más solicitados
creadores de nuevas versiones de temas de otros artistas. Frankie Knuckles, también de
Nueva York, se mudó a Chicago para convertirse en el DJ de The Warehouse, un club de negros homosexuales. Por supuesto, uno y otro iban
y venían continuamente a Nueva York para traer y llevar nuevos sonidos. En la actualidad,
ambos han regresado a la Gran Manzana y viven de su trabajo como disc-jockeys y
mezcladores.
El segundo gran eje de la música club partió de Chicago vía Nueva York y llegó a
Londres. Hacia 1986 o 1987, después de la primera época dorada del house en Chicago, se
hizo evidente que las mayores casas de discos y medios de comunicación ponían reparos a
la venta en gran escala de este tipo de música, asociada con los homosexuales negros. Los
artistas del house se volcaron hacia Europa, sobre todo a Londres, pero también a
ciudades como Amsterdam, Berlín, Manchester, Milán, o Zurich, e incluso a Tel Aviv. El
resto es la historia de lo que se convirtió en la cultura rave, un fenómeno juvenil
europeo que goza de muy buena salud.
Un tercer eje llega hasta Japón, donde, desde fines de los ochenta, los disc-jockeys
neoyorquinos tuvieron la oportunidad de actuar como invitados ante audiencias tan lejanas
geográfica y culturalmente de la sensibilidad homosexual afroamericana como la europea.
No obstante, tanto en Tokio como en otras grandes ciudades niponas se desarrollaron
estilos locales de dance. Con la llegada del nuevo milenio, los vientos de esta cultura
comienzan a soplar en nuevos destinos como São Paulo, Ciudad de México, Argentina, Chile
y capitales africanas como Dar es Salaam. Una nueva generación está enriqueciendo una
tradición que no tiene ni manuales ni instrucciones de uso. La transmiten oralmente
disc-jockeys que a su vez aprendieron de quienes los precedieron. Ojalá sigan adelante.
extracto Kai Fikentscher, etnomusicólogo, productor musical y autor de You better work!, Underground dance music in New York City (Wesleyan University Press, 2000).y Guia 1.997 del club It´s your time,